Jiquilpan.
El
origen…
Se recrudece el conflicto entre la Fundación
Cultural Feliciano Béjar y la parroquia de San Francisco lo que ha llevado ya a las agresiones verbales
por parte de los representantes de la iglesia por las preferencias sexuales del
sub director de la casa museo El Porvenir Feliciano Béjar.
Es de destacar que a
inicios de noviembre de este año tras varios desencuentros con la parroquia de
San Francisco por el derecho de acceso por el atrio parroquial, la Fundación
Cultural Feliciano Béjar dio apertura a
los que se denominó Casa Atrio de la Fundación Feliciano Béjar en la intención
de brindar talleres de gabanería y música a la población abierta.
En el marco de esta
apertura, Martin Foley, heredero de los bienes de Feliciano Béjar habló de lo
que esto significaba: “Esta casa tiene mucho sentimiento para mí porque fue
donde primero llegué en enero del 61 y la familia de Feliciano (Béjar) ocupaba
esta casa”.
Martín Foley, sentado
en una banca de madera en el pasillo que da a un pequeño espacio abierto al
interior del inmueble dice tener gratas memorias de esa primera visita: “Cuando
estábamos comiendo muy tarde, a las seis y media, de repente había el ruido de
la banda y de la gente cantando viniendo con la procesión de La Cofradía que
bailaba aquí en el atrio por eso me da mucho coraje que ahorita, casi 60 años
después la iglesia está tratando de negar permiso para que baile aquí La Cofradía
que es parte de la tradición de Jiquilpan”.
En enero del 61 fue
tanta la fascinación de Martin Foley por la música y la danza de la cofradía
que en esa ocasión dejó la comida con el
consabido disgusto de Doña Juana para seguir la procesión: “Era algo así como
el Flautista de Hamelin y paseé por todo
el pueblo siguiendo la procesión y lo he hecho muchos, muchos años desde
entonces”.
Lo que es ahora la Casa
Atrio de la Fundación Cultural Feliciano Béjar, al morir el padre del artista
plástico estaba dividida entre 14 herederos de los que no formaba parte el
entrevistado: “Pero había la certidumbre de que iba a ser comprada por alguien
que la tumbaría para hacer un súper mercado o algo no beneficial al pueblo, entonces mi hijo y su esposa compraron la casa
para salvarla para usarla como un satélite de la casa central”.
La idea era utilizar
esta finca en que se ubicaba la icónica tienda de Don Feliciano como una
extensión de la casa museo El Porvenir y aprovechar los espacios existentes
para talleres, conferencias y otras actividades que se requirieran.
El
Conflicto.
En septiembre de este
año un grupo de mujeres de esta ciudad enviaron una carta al Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH) para cuestionar el uso del atrio, esto
después de que se diera a conocer la intención del nuevo Párroco de colocar el
muro atrial para delimitar los espacios dicha carta era dirigida también
mediante copia al Obispo de Zamora.
La misiva fue
respondida por el responsable de la Diócesis Zamorana a través de un texto de
dos páginas en las que daba una “explicación piadosa” de las funciones que
cumplen los atrios, explicación que, de acuerdo a las mujeres, nada tenía qué
ver con el cuestionamiento realizado; sin embargo en la misiva del Obispo se
destacaron dos párrafos en los que reveló el interés de la iglesia para con el
inmueble de la Fundación.
“Dos días antes de la carta
yo había tenido una entrevista de dos horas con el Párroco, a quien no conocía”
dice Martin Foley quien aseguró que al inicio se trató de una discusión muy
amable: “Hasta que yo dije que deseaba hablar de la fricción que en ese momento
solo era la cuestión de poner una ‘cerca’ alrededor del atrio, no había ninguna
sugerencia de que este edificio entrara en la mira de la iglesia; en esa
ocasión la entrevista fue un engaño total porque el Sacerdote nunca dijo
‘estamos interesados en el edificio y ustedes no tienen derecho a la fachada
(vista poniente) ni a las ventanas ni la puerta’ ni una palabra y el mismo día
llegó la carta del Obispo diciendo que las ventanas y la puerta no podían ser”.
Son los primeros días
de noviembre, ce lentamente la noche y las campanas del templo a unos metros de
nosotros llaman a misa; Martin Foley, toma un pequeño respiro y dice que la
primera cosa en la parte de la discusión en aquella reunión con el Párroco fue
que éste fue que idea de colocar el muro atrial era del Obispo.
“Él dijo que en la
primera entrevista con el Obispo, cuando le encargó la parroquia, una de las
cosas que le encomendó fue la de colocar este muro para delimitar el atrio para
utilizar una bolsa de dinero existente que el Párroco anterior había aceptado
para construir una estatua de San Francisco de Asís en el cerro del mismo
nombre junto con algunas hectáreas de terreno que fueron donadas con este fin y
que el nuevo titular de la parroquia desestimó de realizar por lo que los
donantes solicitaron el reintegro de este dinero.
De tal forma que en la
intención de no regresar este dinero el Obispo de Zamora encargó al nuevo
Párroco de la Iglesia de San Francisco que utilizara este recurso para la
edificación del muro para circular el atrio: “Él dijo que el Obispo no deseaba
el proyecto de San Francisco en el cerro y que los 10 mil dólares que la gente
había dado deberían usarlos”.
Al término de aquella entrevista
Martin Foley dice que como epílogo de la misma, el Sacerdote le preguntó si no
deseaba regalar el edificio a la iglesia: “En primer lugar no es mi edificio y
yo dije ‘¿Para qué lo usarías?’ y él dijo que para cosas de la parroquia,
lugares para conferencias, ensayos del coro y muchas actividades” que eran
justo las mismas para las que el museo Feliciano Béjar había destinado el
inmueble de la calle de 5 de Mayo lo que hacía impensable siquiera la
posibilidad de regalar esta casa; sin embargo existía la disposición de
cooperar e incluso prestar la casa para las actividades de la iglesia.
En algún momento de esa
conversación Foley cuestionó el proyecto de bardeado del atrio puesto que éste
era un espacio propiedad del pueblo lo que fue refutado por el Sacerdote quien
argumentó que ese espacio era propiedad de la iglesia.
En una reunión
sostenida con el Director del INAH, éste dijo tener ya conocimiento del
conflicto existente y que se prestaría especial atención en resolverlo para
evitar generar un conflicto del tipo religioso; días después cuatro personas de
la delegación INAH en Michoacán entregaron la respuesta formal a la carta de
las mujeres enviada en septiembre de este año.
La respuesta de la
dependencia federal señalaba de manera explícita que desde 1929 existía un
decreto mediante el cual el atrio se consideraba propiedad del pueblo. Pese a
que la respuesta del INAH era contundente respecto a la propiedad de este
espacio, dice Foley, Jesús González Schmal, presidente de la Fundación
Feliciano Béjar, realizó una investigación en el registro de obras e inmuebles
en posesión de la iglesia de la Sub Secretaría de Asuntos Religiosos de la
Secretaría de Gobernación: “Y ahí encontró que todavía es más específico
diciendo el número de metros de la iglesia, el número de metros del curato que
estaban en posesión de la iglesia y en ningún momento se hace mención del atrio
o ex atrio, se menciona como parque público”.
El conflicto ha
derivado ya en la utilización del púlpito y las redes sociales para agresiones
en contra de los integrantes de la Fundación, existen videos y grabaciones en
los que hay un franco afán de linchamiento social contra el sub director de la
casa museo Feliciano Béjar y el mismo Martin Foley ha señalado tener temor de
lo que pudiera ocurrir ya que se han dado actos de vandalismo contra la finca
en cuestión.
Además destacó que es
necesario que el sacerdote aclare la presencia de un vehículo de su propiedad
en la escena del crimen cometido contra el ex alcalde de Sahuayo y ex diputado
Rafael Ramírez.
En la reunión pactada
para el 30 de noviembre de este año, Martin Foley destacó que no existieron
acuerdos concretos pues la iglesia proponía la creación de una comisión
tripartita para regular el uso de este parque público además de que hubo agresiones
verbales por parte del sacerdote derivadas de la orientación sexual de uno de
los integrantes de su contraparte.
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