Es válido manifestarse ante el clima
de inseguridad que se vive, es válido que quienes han perdido un familiar o amigo
como consecuencia de la inseguridad levanten la voz; ante ello debía ser
obligatorio que quienes ostentan un cargo popular o por designación más que
sumarse a estas voces usen sus cargos para exigir resultados.
Es cierto, hay un tema de opacidad en
las dependencias encargadas de la procuración de justicia y de las encargadas
de la prevención del delito respecto a las cifras reales de las bajas causadas
sin embargo también es cierto que no es la ciudadanía la que tiene que
exigirlas ni salir a las calles a manifestarse.
Vivimos en una democracia delegativa
en la que el ciudadano delega su poder sobre una persona que es quien tiene que
exigir resultados a las dependencias, no son los ciudadanos los que tienen que
hacerlo sino sus representantes en los tres órdenes de representación.
Es a través de sus regidores,
diputados locales, federales y senadores que el ciudadano debe exigir cuentas a
las dependencias encargadas de la seguridad porque sin importan cuántos salgan
a manifestarse siempre serán minimizadas sus voces porque este reclamo deben
hacerlo los que nos representan.
Máxime cuando en sus manos está la
modificación de leyes que permitan verdaderos cambios para genera primero
acciones punitivas a quienes infringen la ley y la generación de políticas públicas
y programas que recompongan el tejido social.
La utilización de un discurso de
conmiseración para quienes han perdido a un amigo o un familiar no cambia nada
el panorama que se vive de manera general en este país pero es cierto que si
alguien puede generar estos cambios son los representantes populares y no las
masas.
Ninguna manifestación ha generado
leyes, ninguna marcha ha dado como resultado la modificación de esquemas
legales porque esto cambios sólo se dan desde el interior de los colegiados de
los tres órdenes.
La marcha convocada para el pasado
viernes en Sahuayo debe verse desde varios ángulos, el desaire de la
ciudadanía, la indiferencia de las autoridades locales y el escaso peso en ese
municipio de un partido que históricamente ha tomado malas decisiones.
Por más que se diga que no fue con
tintes políticos bastó ver a los asistentes para darse cuenta de que ese
argumento caía ante su propio peso, era una marcha de priistas porque los que
marcharon militan en ese instituto político y algunos han ostentado cargos de
elección popular o han sido funcionarios en gobiernos priistas.
La presencia como presentador en la
plaza principal del regidor priista Tarsicio Amezcua en actividades ajenas a su
encargo en día y horas hábiles no deja lugar a dudas, lo mismo la presencia de
regidoras de Jiquilpan le dejan claro a los ciudadanos de qué lado están sus
lealtades y, tristemente, no es del lado de los ciudadanos.
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