lunes, 21 de agosto de 2017

VOCES

Es válido manifestarse ante el clima de inseguridad que se vive, es válido que quienes han perdido un familiar o amigo como consecuencia de la inseguridad levanten la voz; ante ello debía ser obligatorio que quienes ostentan un cargo popular o por designación más que sumarse a estas voces usen sus cargos para exigir resultados.
Es cierto, hay un tema de opacidad en las dependencias encargadas de la procuración de justicia y de las encargadas de la prevención del delito respecto a las cifras reales de las bajas causadas sin embargo también es cierto que no es la ciudadanía la que tiene que exigirlas ni salir a las calles a manifestarse.
Vivimos en una democracia delegativa en la que el ciudadano delega su poder sobre una persona que es quien tiene que exigir resultados a las dependencias, no son los ciudadanos los que tienen que hacerlo sino sus representantes en los tres órdenes de representación.
Es a través de sus regidores, diputados locales, federales y senadores que el ciudadano debe exigir cuentas a las dependencias encargadas de la seguridad porque sin importan cuántos salgan a manifestarse siempre serán minimizadas sus voces porque este reclamo deben hacerlo los que nos representan.
Máxime cuando en sus manos está la modificación de leyes que permitan verdaderos cambios para genera primero acciones punitivas a quienes infringen la ley y la generación de políticas públicas y programas que recompongan el tejido social.
La utilización de un discurso de conmiseración para quienes han perdido a un amigo o un familiar no cambia nada el panorama que se vive de manera general en este país pero es cierto que si alguien puede generar estos cambios son los representantes populares y no las masas.
Ninguna manifestación ha generado leyes, ninguna marcha ha dado como resultado la modificación de esquemas legales porque esto cambios sólo se dan desde el interior de los colegiados de los tres órdenes.
La marcha convocada para el pasado viernes en Sahuayo debe verse desde varios ángulos, el desaire de la ciudadanía, la indiferencia de las autoridades locales y el escaso peso en ese municipio de un partido que históricamente ha tomado malas decisiones.
Por más que se diga que no fue con tintes políticos bastó ver a los asistentes para darse cuenta de que ese argumento caía ante su propio peso, era una marcha de priistas porque los que marcharon militan en ese instituto político y algunos han ostentado cargos de elección popular o han sido funcionarios en gobiernos priistas.

La presencia como presentador en la plaza principal del regidor priista Tarsicio Amezcua en actividades ajenas a su encargo en día y horas hábiles no deja lugar a dudas, lo mismo la presencia de regidoras de Jiquilpan le dejan claro a los ciudadanos de qué lado están sus lealtades y, tristemente, no es del lado de los ciudadanos.

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