“Los quintados”
La Guerra de
Independencia, cruel por definición, tuvo en Jiquilpan un episodio que aún es
recordado por los lugareños con un sabor amargo de indignación; estos
episodios, que se contaron de generación a generación hasta volverse leyendas
de heroísmo y amor filial.
“Por los años de 1811 a
1813, pues no se puede precisar la fecha, pasó un jefe español de apellido Del
Río a Jiquilpan con el objeto de quintar los hombres que hubiere en el lugar
que tenían fama, bien conquistada, de amor a los insurgentes.
Siguiendo ese bárbaro
método de elegir las víctimas se mandó que fuesen pasados por las armas
cuarenta y tantos hombres entre los cuales se encontraba el anciano Juan
Bautista López que tenía una numerosa familia.
Antes de que amaneciese
el día de la ejecución, un hijo del señor López llamado José, se presentó al
jefe Del Río ofreciéndose para ser fusilado en lugar de de aquél (su padre); el
realista aceptó con toda calma y a pocas horas el cadáver del joven José López
figuraba entre los de sus infortunados compañeros.
Parte de los vecinos de
Jiquilpan, a quienes la suerte designó a morir, fueron colgados en el punto que
ahora se llama de Los Ahorcados, en recuerdo de ese hecho; y a los otros se les
fusiló en el paraje que lleva el nombre de Arroyo de los Muertos, que es
también recordatorio de esas sangrientas ejecuciones” reza la leyenda que desde
hace casi 200 años se viene contando.
Como todas las
leyendas, el sacrificio de José Bautista López, discrepa en varias direcciones
pues mientras Álvaro Ochoa Serrano en su libro Jiquilpan-Huanimban, una
historia confinada, señala al jefe realista Del Río, como quien ordenó el
fusilamiento y ahorcamiento de los jiquilpenses; otro cronista local, Jorge
Martínez Villaseñor en Jiquilpan Histórico y Tradicional acredita el episodio
de Los quintados al general realista Pedro Celestino Negrete a principios de
1811.
“Amén de otros actos,
hubo represalia realista al festejo insurrecto. Manuel del Río, con una fuerza
numerosa rodeó la población e hizo prisioneros como a un centenar de vecinos,
los más de ellos mulatos e indios, tras quintarlos, tomando uno de cada cinco,
les dio muerte” cita Álvaro Ochoa.
Entrega también el
historiador la lista de los jiquilpenses quintados en esa ocasión: Ignacio
Salceda, Ignacio Baca, Ignacio Sánchez, Esteban Crisanto, Francisco Hernández,
José María Lázaro, Pedro Celestino, José Domingo Ocaranza, Andrés Domingo,
Agustín Jaso, José María Ramírez, José Barajas, Cayetano Bernal, José María
Bustos, Gabriel Bautista, J. María Ceja, Santos Vera e Ignacio Cuellar: “Diez y
ocho señalados fueron ahorcados en los árboles de un punto que está al norte y
que aún lleva el nombre de Los Colgados”.
Los datos aportados por
ambos escritores no permite establecer a ciencia cierta si el sacrificio de
José, al intercambiar el lugar con su padre a la horade la muerte, fue
verdadero. Por un lado, se ha podido establecer que, en efecto, en los primeros
años de la Guerra de Independencia el método de quintar fue utilizado de manera
sistemática como una táctica de guerra; se ha establecido también la existencia
histórica de los quintados ejecutados por el realista Manuel del Río así como
el paso de Pedro Celestino Negrete por Jiquilpan durante el primer año de la
lucha de Independencia.
La leyenda de José
Bautista López, encuentra su base en la actual infraestructura municipal pues
desde hace muchos años que la calle lateral poniente de palacio municipal de
Jiquilpan lleva el nombre de este joven muerto por las fuerzas realistas a los
20 años de edad.
Esta historia que ha sido
mil veces contada, mutilada, añadida y a veces negada, se suma a la de Lucía de
la Paz, mujer jiquilpense quien proveía de alimentos y pertrechos a los
insurgentes fortificados en la isla de
Mezcala y cuya existencia no ha sido confirmada ni negada por los
historiadores.
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