lunes, 2 de noviembre de 2020

Jiquilpan al borde de colapso ecológico de acuerdo a especialista

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Redacción/Jiquilpan.- La dualidad Cerro-agua, pone a Jiquilpan en severo riesgo ecológico ante el desordenado crecimiento de desarrollo urbano, señaló Jesús Villaseñor Magallón, docente del Instituto Tecnológico Nacional de México Campus Jiquilpan quien integra el equipo interdisciplinario de desarrollo urbano de este municipio. “Hay una amenaza, en realidad son dos amenazas muy fuertes las que tenemos y ambas tienen qué ver con el agua y con esta dualidad de origen prehispánico de Cerro y Agua, esto es, el Cerro de San Francisco y lo que era el Lago de Chapala que sigue existiendo en el subsuelo” esta dualidad, señaló Villaseñor Magallón, se ha venido modificando a lo largo de décadas al grado de que frecuentemente se sufren inundaciones al oriente de la tenencia de Francisco Sarabia, encharcamiento que ante las modificaciones ocasionadas por la actividad humana se ha convertido ya en un cuerpo perene de agua registrado incluso en la cartografía local y que durante su temporada de mayor extensión logró colocarse a apenas 600 metros de distancia de la perforación Lobera I en el que se extrae entre el 40 y el 50 por ciento del agua que se consume en la cabecera municipal, esto, dijo, implicó el riesgo de contaminación de la perforación, toda vez que el charco perene en las inmediaciones de Francisco Sarabia se abastece de las aguas del Río Sahuayo y el Río Jiquilpan. “Hay otro riesgo muy fuerte, que va asociado a la cobertura de suelo del Cerro de San Francisco; hemos convertido al Cerro de Jiquilpan en ‘el jardín de Jiquilpan’ donde cada quien quiere tener su cabaña o su parcela para los fines de semana o los habitantes de las comunidades que practican una agricultura de subsistencia y pastoreo” ambas actividades han acelerado el cambio de cobertura de suelo que, originalmente se componía de encinos; ante el despoblamiento de encinos, naturalmente se generó una nueva cobertura de suelo a base de matorral sub-tropical similar a la cobertura registrada en las tierras que rodean al Lago de Chapala y que están asociados con la hidratación de los suelos y la generación de atmósfera húmeda “ante la aparente carencia de valor económico de este matorral es fácil erradicarlo y sembrar cultivos para pastoreo sin darnos cuenta de que la composición geológica de los suelos es muy frágil” el especialista indicó que incluso en el tercio inferior (falda) que conecta con la ciudad se tienen ya fracturas y fallas tectónicas “y esas fracturas y fallas, que es donde el cerro capta el agua, al quitarle la cobertura el agua ya no se infiltra y nos afecta en la parte baja; peor aún, sobre esas fallas geológicas hemos construido fraccionamientos”. De hecho, destacó, la utilización de superficies de tierra en el desarrollo urbano en logares no aptos para ello, comenzó a ser documentada desde 1899 a través del primer mapa de este municipio “si ese plano lo sobreponemos a un plano actual nos arroja aproximadamente 79 hectáreas y en ese tiempo Jiquilpan tenía cinco mil habitantes, esto es, 79 habitantes por hectárea” durante el ‘cardenismos’ se expandió la infraestructura de Jiquilpan hasta 250 y 300 hectáreas con una población de 7,500 habitantes lo que redujo la densidad urbana a 40 habitantes por hectárea “Hoy en día, incluso considerando las manchas urbanas que no están visibles pero que sabemos que existen, estamos sobre las 1, 800 hectáreas y según el INEGI, tenemos 24 mil habitantes, esto nos da entre 13 y 15 habitantes por hectárea; esto es inversamente proporcional a lo que se manejaría como ‘obesidad urbana’ y cuando eso pasa, la concentración de servicios permanece en el mismo lugar y genera el desplazamiento de las personas de la periferia para acceder a estos servicios”.

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