Jiquilpan.-Por
considerar que afectaba al patrimonio cultural de los pueblos originarios, el Centro
Michoacán del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
ordenó la suspensión de cultivo de agave
en un radio de 45 hectáreas del centro ceremonial de Otero, descubiertas
durante la década de los 40s.
Mediante el oficio
4012C.17/2020/121 entregado el 30 de abril pasado, el Instituto Nacional de
Antropología e Historia recurre a la autoridad municipal para suspender los
trabajos que “se ejecutan sin la autorización o permiso correspondiente en “Las
faldas” del Cerro de Otero ubicado en las coordenadas 19.9850238 y
-102.7383719 de Jiquilpan, Municipio de Jiquilpan, Estado de Michoacán de
Ocampo, inmueble o predio en zona de Monumentos o donde se presuma su
existencia”.
Lo anterior luego de
que integrantes del Cabildo local alertaran en la sesión del Colegiado de
trabajos quema y posterior cultivo de este emplazamiento prehispánico al
poniente de la mancha urbana lo que generó la intervención de la dependencia
federal en lo que fuera un asentamiento
nativo fechado al menos en el año 900 Antes de Cristo.
Eduardo Noguera,
enviado por el entonces naciente Instituto Nacional de Antropología e
Historia concluyó que la estructura encontrada en aquella loma no era
propiamente un asentamiento humano sino un centro ceremonial que incluía tumbas
y un juego de pelota en la parte superior; en el libro de Eduardo Williams
llamado “Historia de la Arqueología en Michoacán” se habla de “vestigios
arqueológicos en forma de edificios, plataformas, tumbas y paramentos de muros,
anchas plataformas que limitan un gran espacio formando una plazoleta. Todas
las apariencias son de que se trata de un juego de pelota […] las esquinas […]
tienen la particularidad de estar redonda” de acuerdo con el trabajo de investigación realizado por Eduardo
Noguera, con la colaboración de Ramón Gali y de Lorenzo Gamio.
Después de la
exploración realizada por el Arqueólogo Eduardo Noguera, se encontraron
otros importantes objetos como una vasija doble de alabastro, dos ánforas
decoradas al Cloisonné; un banco de piedra y una trompeta de concha decorados
al fresco; una hacha de piedra labrada y pulida, dos máscaras de piedra, un cincel
de piedra también labrado y pulido; una pequeña figura antropomorfa con ojos de
turquesa; una estatuilla femenina de barro con el torso desnudo y la parte
inferior cubierta con una enagüilla a colores; un collar con muchas figuras de
jade, pirita y turquesa, rematado de caracoles; otro collar formado por
figuritas de cristal de roca y piedras verdes, rematado por una figura grande
cristalina, finamente pulida; y una orejeras que, en opinión de los expertos de
aquella época fueron consideradas obras maestras,
ya que este cristal de roca, sólo se pule con diamante y en ese tiempo el
diamante era desconocido para los habitantes de esta región.
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